viernes, 15 de agosto de 2014

Y sólo esto:
Es más bonito vivir mientras vivas.

Deseos


 Me voy de un extremo al otro todo el tiempo. Es como ODIO o  AMOR. No vaya a haber, tolerancia, educacion, reforma. Los términos medios me aburren, me parecen poco atractivos, soy medio intensa para actuar. vos que decis ? Entonces por ahí pienso en el arte. Yo quiero llamar la atención. Pero sólo quiero hacerlo para que escuchen mi mensaje, no quiero mostrarme a mí misma. Si fuera por mí, prefiero el anonimato. Me aterra la crítica de los demás. Me confunde mucho. Me parecen malos los demás. Porque cuando te ven bueno te destruyen. Y me gustaría ser ajena a eso. Ser como una obeja negra que se escapa del rebaño a pastar solita por ahí, pero sin hacer lío, sin que nadie se dé cuenta. Andar por ahí. Sin ser percibida. Que mi vida sea apenas una brisa entre tantas tormentas. Pasar a acariciar cada tanto a los tristes, a los enfermos, hacerle cosquillas a los niños. Sonreir. Todo suavemente. Sin que se note mucho. Pero que alegre a la gente. Quiero ser agradable. Transmitir paz.

Y que de pronto, desde muy abajo de la tierra se levanten todxs,
y derruben de un saque estas miserias...

Pero que nadie,
sepa
que yo tuve algo que ver con ese lío...

Solidaridad que inspira en la lucha contra Monsanto... Como se vive el bloqueo este invierno en resistencia



Jueves 31 de Julio – Ruta 88, Malvinas Argentinas, Córdoba.

El montecristo te lleva hasta lo que el pueblo ya conoce como el acampe contra Monsanto. A casi un año de la resistencia, así las cosas…





Desde córdoba se respira una neblina que no deja ver ni a los compxs. Circula entre los ranchitos el silencio y la humedad. Nunca se sabe que puede pasar. Cualquier mínimo ruido te mantiene alerta. A pesar de estar mal dormidos y alimentados a base de recicle comunitario y harinas, el ánimo es agradable. Nos despertamos con el buen día de la leña en mano, del arroz con verduras para el desayuno, algunas frutitas, de las tareas que se vienen en otro dia más resistiendo.



No son pocas las amenazas. Autos que caen de noche buscando gente que ya no está. Algo violento en su forma, sospechoso. Todo parece un poco sospechoso por momentos. Pero los compxs no tenemos miedo, cada día cada fuerza externa que golpea solo logra fortalecer más el vínculo para adentro del campamento, aldea, comunidad… que se ha formado en las entradas del predio a la planta de Monsanto. Dicen los murmullos entre huerta y huerta que esta lucha de algún modo está ganada. No en el sentido de haber conseguido lo que más queremos todos, que es no sólo que Monsanto desaparezca de la faz de la tierra, sino mucho más, el poder vivir como cada uno lo elige, en convivencia con los demás. Es decir, en una palabra, la libertad. La libertad bien entendida de quien ha desplazado de su mente los deseos de dominación o explotación impuestos por una educación de siglos de domesticación. Y puede contemplar el movimiento de la naturaleza, sin buscar institucionalizarlo todo, sin buscar protagonismo, entendiendo que esta lucha es por y para todxs y empieza desde cada unx y desde lo más mínimo y cotidiano. Somos animales salvajes que vuelven a reconocerse como parte de la naturaleza, o al menos se acercan lo más posible. Y esto lo logrado. Quienes detentan el poder saben que podemos organizarnos de otra manera, estableciendo entre nosotros relaciones de compañerismo, de respeto, de ayuda mutua. Que no los necesitamos en nuestras primaveras. Que entre nosotrxs y la tierra hay un lazo que las multinacionales no pueden romper así nomás. Que muy en el fondo, este pequeño brote puede volarse con el viento y empezar a hacer crecer jardines en todas las luchas, en todas las casas, en todos los corazones hoy algo frios y asustados de todxs alrededor. Y por eso se ha logrado tanto. El Estado y los políticos de turno que lo representan no tienen la pasión para comprender que el frío no es nada si hay un compx cerca que te abrace.


Acá cada uno va a prendiendo a su ritmo y así se levantaron ranchos de adobe, con botellas, se cultivan huertas que ya presentan sus primeros alimentos, se cuida mucho el agua distribuida equitativamente para cada cosa, se lavan los platitos con cenizas, se ha construido un baño seco y ya se va por el segundo. De puesto a puesto hay un trecho donde te podés cruzar un vecino, y ponerte al tanto de que va del día. Los recicles son impresionantes. No deja de llamar la atención la cantidad de alimento que la sociedad industrial destructiva en la que vivimos considera basura. Un panel solar que se supo arreglar alimenta la poca energía que se necesita para sobrevivir, para resistir. Los fueguitos cocinan los arroces. Se practica la autogestión, constantemente. Nadie sale de acá sin haber hecho algunos malabares, con pelotas, con clavas, con ruedas. Una que otra pulsera de macramé; allá se ven unos compas compartiendo sus aprendizajes. Está como para enamorarse bailando una samba en esta lucha. Sabemos que por fuera de esto están los enemigos, esperando que los quienes resisten se cansen, se agoten. Pero todo parece mostrar que se está muy lejos de eso. Por el contrario, esta experiencia ha marcado profundamente a todo aquel que pasó por acá. Ha generado lazos estrechos, con otras luchas que son la misma… ha demostrado y lo seguirá haciendo, que podemos vivir de otras maneras. Talleres de género, veganismo, bioconstrucción, cultivos, mentes encedidas que podrían enceder hasta quemarse cualquier farmacia de porquería que nos intente inundar con sus venenos. Venenos para todos los gustos, medicamentos que no solo no curan sino que nos hacen más daño aún, comida con conservantes, carnes con antibióticos y hormonas. Aquí nomás, bien cerquita, la universidad católica de córdoba experiementa inyectándoles hormonas a las vacas y a los toros, para que produzcan más en menos tiempo. Mienten todxs ellxs, que van a saciar el hambre el mundo, que van a dar a trabajo… juegan con las necesidades reales o creadas por ellxs mismxs para confundir. ¡Con la cantidad de tierra que hay para cultivar! ¿Plata para qué? ¿Para comprarse qué? Si todo lo que necesitamos ya venía con nosotros. Quizás son muchxs los argumentos para quién está lejos, preocupándose por el pan de cada día, y que no puede o no quiere ver que la vida es mucho más simple. Que el abrumador consumismo lo ciega. Mientras el estado se encarga de convencernos de que no podemos arreglárnoslas sin ellxs. Pero no necesitamos autos, ni calles afaltadas… podemos construir nuestras propias casas con la misma tierrita que pisamos, podemos comer de la tierra, que el fuego nos cobije de noche. Y ese mismo fuego que tantas comunidades han venerado por siglos es el que enciende el calor del encuentro, y de la rabia de que nos quieran quitar todo esto, a base de leyes que pretenden regular lo que debería fluir como la savia de un árbol. Leyes para moldear niñxs, leyes para dominar la más mínima expresión de la vida: la semilla.




Se busca un bosquejo del mundo que queremos. Porque claramente acampar en las puertas de una multinacional asesina no es nuestro ideal. Además se hace difícil relacionarse con quienes están en el pueblo y quizás por prejuicios o preconceptos se preocupan por nimiedades, como la tierra de la ropa o por “a qué se dedicaran esos chicos”. Los gobiernos no se quedan callados y hacen su campaña de desprestigio, mintiendo por ahí con que son todos pagos. Imagienense a De la Sota pagándole a gente para que bloquee el predio de la misma multinacional que el permite que entre. ¿sería un poco esquizofrénico no? Entendemos, sin embargo, que hay que saltarse muchas vallas para poder ver un poco más allá. Vallas que quizás nosotrxs mismxs no pasamos todavía. Pero lo intentamos, y nos encantaría que otrxs también le hagan más caso al latido que les dice que esta lucha lo vale, y no a todx la basura que el sistema nos quiere meter en la cabeza con la televisión y la falsa información. Por mencionar sólo un detalle, una de las formas de autosustento del acampe, una pequeña feria en la cañada, se perdió por el simple hecho de defender de la policía a unos pibxs que se estaban tomando un vino, y que nada más que eso hacían. Los compañerxs sabiendo que hay como dos casos de gatillo fácil por semana, decidieron registrar con sus cámaras la situación. A lo que la policía de córdoba respondió con golpes y 6 personas detenidas, de las cuales 3 eran compañerxs. Los acusan de desacato a la autoridad y de daños leves agravados, a causa de que un policía se fracturó un dedo porque un compañerx “le pegó con el pómulo en la mano”. Estas situaciones tormentosas ocurren todo el tiempo en córdoba - claramente en todo el mundo - y más aún si sos unx luchadorx. Cualquier mínima excusa viene bien para pegarte. Para amendrentarse, para asustarte. Por el eso luchar contra nuestra miedo se hace imprescindible a cada momento. Y a medida que sentimos el calor de la comida que se está preparando, vamos olvidándonos un poco del susto, y el coraje nos llena de entusiasmo para nunca poner la otra mejilla.




La suerte de aldea que se conformó en las afueras del predio ya lleva casi un año resistiendo, y nadie parece querer irse antes que la empresa que aquí pretende instalar la planta de maíz transgénico más grande de Sudamérica, desaparezca. Las nuevos vínculos generados, sin poder atravesándolas, son el principio de una lucha constante. La lucha por un mundo donde nosotrxs mismxs seamos otrxs. Donde lo de adentro y lo de afuera no esté desconectado. Donde el sentir del corazón y el pensar de la razón se unan para dar lugar a personas sólidas y decididas que vivan en armonía con el entorno que nos cobija. Personas con valores como el respeto, la solidaridad, la ayuda mutua. Personas y otrxs animales que se contemplen y que contemplen la belleza de la naturaleza que cuanto menos intervenida, mejor es. Y aunque la planta esté haciendo todos los artilugios posibles para quedarse acá, la gente ya está alerta. Poco a poco el nivel de destrucción de esta empresa de productos químicos y de guerra está siendo tema de conversación en las casas a la hora de comer. Y cada día se esparcirán más las ideas, como el amaranto que crece por todas partes. Como los sembradíos de quinoa que alguna vez quemaron los colonizadores de ayer, sembradíos que alimentaban poblaciones enteras. Sin embargo resisitieron aquellos pueblos, protegidos por la misma pacha. Hoy se trata de recuperar, el alimento, la verdadera medicina, el amor, la libertad, hasta el mismo amanecer…




Y por mi parte, no sé si Monsanto se irá o no, si se irá ahora o faltará mucho todavía, si se seguirá llevando consigo la vida de los niñxs con cáncer y tumores por un tiempo más. Pero de que todo esto se va a caer, estoy segura. Pero no se va a caer solo. Somos nosotrxs los que estamos destruyendo y construyendo. Elijamos que queremos construir. Y como estoy segura de que existe en el fondo de muchas personas un fuerte deseo de regresar a la tierra, de volver a “ensuciarse” las manos, de llenarse los pulmones de aire sin glifosato, de mirar el cielo y ver nubes, no químicos de experimentos de laboratorios… por eso seguimos, y por eso la fuerza de Monsanto en comparación a nuestra convicción y la rebeldía de los corazones, los despiertos y los que están a punto de hacerlo, no es más que un poroto de soja transgénica.


Aporte para el acampe, en solidaridad con los compañerxs y con la lucha en general.
Por un mundo sin opresores ni oprimidxs, por la libertad, por la anarquía!

sábado, 1 de diciembre de 2012

Vivir es una falta de respeto para nuestros muertos




el telefono dice base
y titila
yo miro la pelicula mas linda del año
y moqueo
hay silencio
como queria
y creo que ahora soy feliz
y sin embargo
algo no tiene sentido
Creo que los huracanes hacen que las brisas se vuelvan estupidas
y la unica razon de que defienda mi vida es por no morirme
por el capricho
por no darle el gusto
a la unica que siempre nos gana
ademas del cansancio
la muerte
es tan comun
tan mainstream
que aburre

jueves, 26 de abril de 2012

Sobre estar lejos de vos

Rastros

En mi cama, en mi ropa, en la cocina. Ollas de la noche anterior, un frasco en el que te empecinaste en poner agua que fuimos de beber, la National Geographic en el piso, un reloj detenido en el tiempo. Si algún día nos volvemos a ver, nos comportaremos como dos extraños.
Espero que para entonces, realmente lo seamos.

Sensibilidad

El dolor es algo así cómo darse cuenta de todo de un tirón. Apreciar de otro modo al transeúnte, sentir que cada uno de sus pasos, en la vereda de enfrente, son una pisada de elefante que quiebra la tierra. Empezar a creer que las hojas que caen de los árboles son ángeles (o papel picado), que las conversaciones ajenas son murmullos de hormigas. Es algo así como no existir por un momento, pero poder ver cuánto existe con sus colores más nítidos que nunca. Como ser espectador de la vida, esperando aplaudir o abuchear cuando fuere necesario. Es dejar que el cigarrillo se acabe solo, para prender el próximo y deleitarlo aún más que el primero.
Es silencio, hasta que de pronto se hierve el agua de la pava que nos avisa que estamos vivos, y somos nada más que materia.

martes, 10 de abril de 2012

REvulsivos

Vomité, por todos esos odios reunidos que batallan a granel, por las amistades que envejecieron en mis manos, por los corazones que sacaron de mí dulzura y dejaron limones podridos...
Vomité repetidas veces, hasta olvidarme dónde estaba ,y quién era, por qué existo, para dejar de pensar si es necesario para alguien que exista.
Vomité todo el inodoro de la facultad para no escuchar más la vida que ...late contradictoriamente en mí, para que pare, que se reljae, que pare.
Y creanme, como una anoréxica de su propia rebelión, funcionó.
Yahora me siento más liviana, más suave, menos yo, más alegre, más transitoria, más tenue, más caminando sobre el piso como si realmente confiara en su existencia.
La cordura llena mi cuerpo poco a poco, y la locura se fue en aquel vomito. Bienvenida resurreción, no espero a nadie más.