¿No te cansas de estar muerto?
¿De andar arrastrando los pies con desgano?
De que ya no te reciban con alegría
De que no te abrasen por la noche
No te agotas de seguir entre tanta risa ajena
Sin recordar siquiera
El sonido de la tuya
Qué tanto puede hacer un hombre
Si no abandona un rato sus ideas
Tan sesudas, pre-armadas, cobardes, viejas
Para palpar sin miedo ese instinto que lo eleva
Que lo mancha
Lo humaniza
Lo enciende
Y es entonces cuando se arranca de sí
Tanta regla
Para dejar fluir el encanto
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