Quién quieras que con sus manos te tape el sol
O con su puño golpee la luna
No esperes que suspiros ajenos avienten tu paraguas,
que es tu techo.
En cambio,
cuándo estés echado a la interperie de inédita libertad,
dejate humedecer lentamente por la lluvia.
Que la ráfaga de tus pensares,
te sacuda de tormentas de verano
y empuje tu corazón al galope en terrenos escarpados,
hacia un horizonte calmo e inabarcable.
Que el rocío de diminutas lágrimas
empecinadas con el peso muerto y la caída constante,
te limpie de impurezas.
Sal
porque si te encierras
el agua fresca acariciara simplemente el vidrio
sobre el que tu mano
- sola -
se apoya sosteniendo su dolor desteñido.
Tu paciencia como árbol solitario
movido por el viento en aquel desierto aislado,
está a punto de florecer alguna que otra primavera,
o un invierno medio cuelgue,
cuando tus raices reciban sedientas el agua de otras vidas
Por Ayu |
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