viernes, 15 de agosto de 2014

Solidaridad que inspira en la lucha contra Monsanto... Como se vive el bloqueo este invierno en resistencia



Jueves 31 de Julio – Ruta 88, Malvinas Argentinas, Córdoba.

El montecristo te lleva hasta lo que el pueblo ya conoce como el acampe contra Monsanto. A casi un año de la resistencia, así las cosas…





Desde córdoba se respira una neblina que no deja ver ni a los compxs. Circula entre los ranchitos el silencio y la humedad. Nunca se sabe que puede pasar. Cualquier mínimo ruido te mantiene alerta. A pesar de estar mal dormidos y alimentados a base de recicle comunitario y harinas, el ánimo es agradable. Nos despertamos con el buen día de la leña en mano, del arroz con verduras para el desayuno, algunas frutitas, de las tareas que se vienen en otro dia más resistiendo.



No son pocas las amenazas. Autos que caen de noche buscando gente que ya no está. Algo violento en su forma, sospechoso. Todo parece un poco sospechoso por momentos. Pero los compxs no tenemos miedo, cada día cada fuerza externa que golpea solo logra fortalecer más el vínculo para adentro del campamento, aldea, comunidad… que se ha formado en las entradas del predio a la planta de Monsanto. Dicen los murmullos entre huerta y huerta que esta lucha de algún modo está ganada. No en el sentido de haber conseguido lo que más queremos todos, que es no sólo que Monsanto desaparezca de la faz de la tierra, sino mucho más, el poder vivir como cada uno lo elige, en convivencia con los demás. Es decir, en una palabra, la libertad. La libertad bien entendida de quien ha desplazado de su mente los deseos de dominación o explotación impuestos por una educación de siglos de domesticación. Y puede contemplar el movimiento de la naturaleza, sin buscar institucionalizarlo todo, sin buscar protagonismo, entendiendo que esta lucha es por y para todxs y empieza desde cada unx y desde lo más mínimo y cotidiano. Somos animales salvajes que vuelven a reconocerse como parte de la naturaleza, o al menos se acercan lo más posible. Y esto lo logrado. Quienes detentan el poder saben que podemos organizarnos de otra manera, estableciendo entre nosotros relaciones de compañerismo, de respeto, de ayuda mutua. Que no los necesitamos en nuestras primaveras. Que entre nosotrxs y la tierra hay un lazo que las multinacionales no pueden romper así nomás. Que muy en el fondo, este pequeño brote puede volarse con el viento y empezar a hacer crecer jardines en todas las luchas, en todas las casas, en todos los corazones hoy algo frios y asustados de todxs alrededor. Y por eso se ha logrado tanto. El Estado y los políticos de turno que lo representan no tienen la pasión para comprender que el frío no es nada si hay un compx cerca que te abrace.


Acá cada uno va a prendiendo a su ritmo y así se levantaron ranchos de adobe, con botellas, se cultivan huertas que ya presentan sus primeros alimentos, se cuida mucho el agua distribuida equitativamente para cada cosa, se lavan los platitos con cenizas, se ha construido un baño seco y ya se va por el segundo. De puesto a puesto hay un trecho donde te podés cruzar un vecino, y ponerte al tanto de que va del día. Los recicles son impresionantes. No deja de llamar la atención la cantidad de alimento que la sociedad industrial destructiva en la que vivimos considera basura. Un panel solar que se supo arreglar alimenta la poca energía que se necesita para sobrevivir, para resistir. Los fueguitos cocinan los arroces. Se practica la autogestión, constantemente. Nadie sale de acá sin haber hecho algunos malabares, con pelotas, con clavas, con ruedas. Una que otra pulsera de macramé; allá se ven unos compas compartiendo sus aprendizajes. Está como para enamorarse bailando una samba en esta lucha. Sabemos que por fuera de esto están los enemigos, esperando que los quienes resisten se cansen, se agoten. Pero todo parece mostrar que se está muy lejos de eso. Por el contrario, esta experiencia ha marcado profundamente a todo aquel que pasó por acá. Ha generado lazos estrechos, con otras luchas que son la misma… ha demostrado y lo seguirá haciendo, que podemos vivir de otras maneras. Talleres de género, veganismo, bioconstrucción, cultivos, mentes encedidas que podrían enceder hasta quemarse cualquier farmacia de porquería que nos intente inundar con sus venenos. Venenos para todos los gustos, medicamentos que no solo no curan sino que nos hacen más daño aún, comida con conservantes, carnes con antibióticos y hormonas. Aquí nomás, bien cerquita, la universidad católica de córdoba experiementa inyectándoles hormonas a las vacas y a los toros, para que produzcan más en menos tiempo. Mienten todxs ellxs, que van a saciar el hambre el mundo, que van a dar a trabajo… juegan con las necesidades reales o creadas por ellxs mismxs para confundir. ¡Con la cantidad de tierra que hay para cultivar! ¿Plata para qué? ¿Para comprarse qué? Si todo lo que necesitamos ya venía con nosotros. Quizás son muchxs los argumentos para quién está lejos, preocupándose por el pan de cada día, y que no puede o no quiere ver que la vida es mucho más simple. Que el abrumador consumismo lo ciega. Mientras el estado se encarga de convencernos de que no podemos arreglárnoslas sin ellxs. Pero no necesitamos autos, ni calles afaltadas… podemos construir nuestras propias casas con la misma tierrita que pisamos, podemos comer de la tierra, que el fuego nos cobije de noche. Y ese mismo fuego que tantas comunidades han venerado por siglos es el que enciende el calor del encuentro, y de la rabia de que nos quieran quitar todo esto, a base de leyes que pretenden regular lo que debería fluir como la savia de un árbol. Leyes para moldear niñxs, leyes para dominar la más mínima expresión de la vida: la semilla.




Se busca un bosquejo del mundo que queremos. Porque claramente acampar en las puertas de una multinacional asesina no es nuestro ideal. Además se hace difícil relacionarse con quienes están en el pueblo y quizás por prejuicios o preconceptos se preocupan por nimiedades, como la tierra de la ropa o por “a qué se dedicaran esos chicos”. Los gobiernos no se quedan callados y hacen su campaña de desprestigio, mintiendo por ahí con que son todos pagos. Imagienense a De la Sota pagándole a gente para que bloquee el predio de la misma multinacional que el permite que entre. ¿sería un poco esquizofrénico no? Entendemos, sin embargo, que hay que saltarse muchas vallas para poder ver un poco más allá. Vallas que quizás nosotrxs mismxs no pasamos todavía. Pero lo intentamos, y nos encantaría que otrxs también le hagan más caso al latido que les dice que esta lucha lo vale, y no a todx la basura que el sistema nos quiere meter en la cabeza con la televisión y la falsa información. Por mencionar sólo un detalle, una de las formas de autosustento del acampe, una pequeña feria en la cañada, se perdió por el simple hecho de defender de la policía a unos pibxs que se estaban tomando un vino, y que nada más que eso hacían. Los compañerxs sabiendo que hay como dos casos de gatillo fácil por semana, decidieron registrar con sus cámaras la situación. A lo que la policía de córdoba respondió con golpes y 6 personas detenidas, de las cuales 3 eran compañerxs. Los acusan de desacato a la autoridad y de daños leves agravados, a causa de que un policía se fracturó un dedo porque un compañerx “le pegó con el pómulo en la mano”. Estas situaciones tormentosas ocurren todo el tiempo en córdoba - claramente en todo el mundo - y más aún si sos unx luchadorx. Cualquier mínima excusa viene bien para pegarte. Para amendrentarse, para asustarte. Por el eso luchar contra nuestra miedo se hace imprescindible a cada momento. Y a medida que sentimos el calor de la comida que se está preparando, vamos olvidándonos un poco del susto, y el coraje nos llena de entusiasmo para nunca poner la otra mejilla.




La suerte de aldea que se conformó en las afueras del predio ya lleva casi un año resistiendo, y nadie parece querer irse antes que la empresa que aquí pretende instalar la planta de maíz transgénico más grande de Sudamérica, desaparezca. Las nuevos vínculos generados, sin poder atravesándolas, son el principio de una lucha constante. La lucha por un mundo donde nosotrxs mismxs seamos otrxs. Donde lo de adentro y lo de afuera no esté desconectado. Donde el sentir del corazón y el pensar de la razón se unan para dar lugar a personas sólidas y decididas que vivan en armonía con el entorno que nos cobija. Personas con valores como el respeto, la solidaridad, la ayuda mutua. Personas y otrxs animales que se contemplen y que contemplen la belleza de la naturaleza que cuanto menos intervenida, mejor es. Y aunque la planta esté haciendo todos los artilugios posibles para quedarse acá, la gente ya está alerta. Poco a poco el nivel de destrucción de esta empresa de productos químicos y de guerra está siendo tema de conversación en las casas a la hora de comer. Y cada día se esparcirán más las ideas, como el amaranto que crece por todas partes. Como los sembradíos de quinoa que alguna vez quemaron los colonizadores de ayer, sembradíos que alimentaban poblaciones enteras. Sin embargo resisitieron aquellos pueblos, protegidos por la misma pacha. Hoy se trata de recuperar, el alimento, la verdadera medicina, el amor, la libertad, hasta el mismo amanecer…




Y por mi parte, no sé si Monsanto se irá o no, si se irá ahora o faltará mucho todavía, si se seguirá llevando consigo la vida de los niñxs con cáncer y tumores por un tiempo más. Pero de que todo esto se va a caer, estoy segura. Pero no se va a caer solo. Somos nosotrxs los que estamos destruyendo y construyendo. Elijamos que queremos construir. Y como estoy segura de que existe en el fondo de muchas personas un fuerte deseo de regresar a la tierra, de volver a “ensuciarse” las manos, de llenarse los pulmones de aire sin glifosato, de mirar el cielo y ver nubes, no químicos de experimentos de laboratorios… por eso seguimos, y por eso la fuerza de Monsanto en comparación a nuestra convicción y la rebeldía de los corazones, los despiertos y los que están a punto de hacerlo, no es más que un poroto de soja transgénica.


Aporte para el acampe, en solidaridad con los compañerxs y con la lucha en general.
Por un mundo sin opresores ni oprimidxs, por la libertad, por la anarquía!

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