jueves, 12 de mayo de 2011

Él te ama

Al final la religión intentaba una pequeña cosa
que sospecho cuasi buena.
Porque resulta que la religión es como un analgésico,
para la curiosidad dolorosa del hombre,
- y del hambre -
lo alivia de saberse hombre,
lo libera de la presión de ser quién es.
Le arranca la culpa,
la toma,
la aniquila,
lo seduce con el perdón que siempre estará cuándo nada más quede.

El hombre así,
deja de preguntarse tanto
(¿Por qué lo que ve no coincide con lo que desea?)
y simplemente confía ciegamente.

Al hombre ciego no le duelen los golpes.

He allí,
en ese preciso instante en que abandona la voluntad misma,
para dejarle todo el trabajo a otro,
el secreto de la felicidad.

es algo así como la expropiación
de los problemas
la delegación de nuestras culpas
todas aquerosas,
archi recontra humanas
imperfectas
tan tan tan alejadas de lo ideal...
que lo rechazamos,
nos rechazamos
a nosotros mismos.

Total,
Dios perdona y provee.

Eso,
si nadie más te provee
y si no tenés trabajo vendrá san cayetano al rescate,
o algún otro súper héroe.

Cuándo el hombre agoniza,
Dios tiene la solución para todo...

Nada más se olvidó de la praxis.

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